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Paciente recupera la visión gracias a ojo biónico

En NeoTeo hemos hablado, y mucho, sobre cómo la tecnología puede ayudar a los discapacitados o minusválidos. Y los no-videntes no fueron la excepción. Desde software especial y visión de murciélago hasta radares hápticos y ojos biónicos, siempre nos ha interesado el lado más lindo de la ciencia. Pero, como generalmente sucede con los artículos que escribimos, siempre (o casi) hablamos a futuro. Pues el futuro del ojo biónico está entre nosotros. ¡Viva la ciencia!

Cuando hablamos de las posibilidades a futuro de la ciencia, y de cómo la misma puede ayudar a personas con discapacidades, muchos de nuestros lectores podrán ver esto como una curiosidad. Pero muchas otras personas consideran que ese futuro está demasiado lejos, y lo sufren. En artículos de este estilo, y con el curso del tiempo, recibimos cantidades ingentes de emails o comentarios, todas las semanas sin excepción, sobre “dónde se puede comprar”, “cuánto falta” o “por favor, lo necesito ya.” Y nosotros no podemos hacer otra cosa que quedar impotentes, ante la desesperación y frustración de las personas que se beneficiarían de los adelantos que aquí relatamos. Personas para las que ese futuro está demasiado lejos. Por eso nos llena de placer (y alivio) escribir artículos como éste: el ojo biónico ya no es algo del futuro, es una realidad.

Puede que un avance semejante pase desapercibido, más cuando en NeoTeo hablamos de cosas mucho más insólitas. Pero debes entender que esto es ya, ahora, sucedió y mejoró la vida de una persona (cosa que la ciencia no siempre hace del todo bien). Esa persona se llama Ron, tiene 73 años, y fue uno de los privilegiados en poder someterse una operación experimental, hace siete meses, en el hospital Moorfields Eye de Londres. Experimental o no, la operación le cambió la vida. Los cirujanos le implantaron un ojo biónico, el Argus II (del que ya hemos hablado en NeoTeo).

El Argus II utiliza una cámara y un procesador de vídeo montado en unas gafas, que envían las imágenes capturadas a un recibidor ocular externo. Del recibidor, un pequeño cable lleva las señales a un grupo de electrodos montados sobre la retina. Estos electrodos traducen y envían la señal por el nervio óptico hasta el cerebro, que es capaz de crear patrones de luz y oscuridad. Estos patrones, per se, no son imágenes. Por eso, los pacientes deben aprender a interpretarlos. Este proceso es largo y frustrante, pero una vez superado y, en palabras de Ron: “por 30 años no he visto absolutamente nada, todo ha sido negro, pero ahora la luz está pasando. Y, de repente, puedo ver la luz de vuelta y esto es absolutamente maravilloso.

Si el corazón aún no se te ha hecho una pasa de uva, la única ambición de Ron es “ser capaz de salir afuera, durante un lindo y claro atardecer, y ser capaz de entender la Luna.” Sí, una cosa que tú y yo pasamos por alto todos los días, para Ron es la panacea. Nos hace pensar, ¿verdad? Y Ron es mucho más que el primer paciente en probar el Argus II, es una esperanza (una esperanza real) para todos los no videntes del mundo. Es cierto que al ojo biónico, desarrollado por Second Sight, todavía le queda mucho por delante, pero la primera etapa ha sido superada con éxito. Gregoire Cosendai, de la empresa,  dijo  “estamos tratando de ver qué nivel de visión podemos proveer con esto. Teóricamente la gente podría ver relativamente bien. Pero no estamos ahí todavía, por eso estamos haciendo lo posible para ver qué tanto podemos mejorar la vidad de las personas con el nivel actual de esta tecnología.

Mucho más que esperanzas. Aguanten ahí, amigos no videntes, ese futuro cada vez está más cerca. Casi palpable.

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