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¿Por qué Estados Unidos todavía usa el grado Fahrenheit?

Mucho más complejo que «simple costumbre»

Los Estados Unidos, los Estados Federados de Micronesia, Palaos, las Islas Marshall, las Bahamas, Belice y las Islas Caimán son los únicos países que aún utilizan el llamado grado Fahrenheit para medir temperatura. Mientras que el resto del mundo no tuvo mayores problemas en adoptar al grado Celsius y el sistema métrico en general, el grado Fahrenheit sigue vivo a pesar de las desventajas con las que carga. Muchos se preguntan por qué, y las propuestas para retirar al grado Fahrenheit han sido varias, pero como tantas otras cosas en la vida… es complicado.

Daniel Gabriel Fahrenheit presentó su escala de medición en el año 1724, y casi de manera automática causó una revolución. La historia nos dice que Fahrenheit basó su trabajo en el grado Rømer de 1701, que marca como cero a la congelación de la salmuera. Con un proceso de calibración más avanzado y ajustes en la multiplicación, Fahrenheit estableció el punto de fusión-congelación del agua en 32F, la temperatura del cuerpo humano en 96F (en la vida real es un poco más alta), y el punto de ebullición del agua en 212F.

Dicho de otro modo, un grado Fahrenheit es 1/180 del intervalo entre la fusión y la ebullición del agua. Una vez que entendemos su origen y visualizamos el proceso de conversión a Celsius ((F – 32) / 1.8 = C), Fahrenheit no parece tan difícil… pero lo es. Y en los Estados Unidos lo siguen usando. ¿Por qué?

Estados Unidos y el grado Fahrenheit

En realidad, esto se extiende a todo el «Sistema Imperial» (vestigio del Imperio Británico), y su resistencia ha tenido consecuencias graves como la pérdida del Mars Climate Orbiter en 1999 (el software de Lockheed Martin calculó el impulso en libras por segundo, cuando se esperaban Newtons por segundo), mientras que un reporte emitido por los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades de los Estados Unidos indica que entre 3.000 y 4.000 niños son ingresados a hospitales cada año por sobredosis de medicamentos asociadas a errores de conversión.

Aún así, hubo varios intentos de cambio. En diciembre de 1975, el Congreso aprobó la «Metric Conversion Act» que buscaba estimular la adopción del sistema métrico a través de campañas educativas, pero lo único que logró fue un cartel con kilómetros en la Interestatal 19 que une Arizona con México. El problema de fondo fue que dicha acta era voluntaria, cuando en otros países (el Reino Unido, Canadá y Australia, por ejemplo) se hizo obligatoria.

Lógicamente, el público resiste cambios drásticos, aunque existe otro factor de fondo, y es el económico. El retiro de Fahrenheit y la adopción masiva (además de obligatoria) del sistema métrico demandará mucho dinero, y aún no se han producido pruebas suficientes para justificar la inversión. En aplicaciones cotidianas, Fahrenheit parece ser suficiente, por más que la molestia de la conversión siga allí.

Escrito por Lisandro Pardo

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