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Por qué no puedes confiar en tus memorias

Si los recuerdos traicionan, ¿qué nos queda?

memorias falsas

Trata de recordar una de tus experiencias más viejas. Tal vez logres visualizar un detalle en especial, una persona, un color, un sonido. A pesar de su antigüedad, la memoria vuelve con facilidad, pero hay un pequeño problema: Las memorias no permanecen intactas por siempre, y cada vez que hay un vacío, el cerebro trata de llenarlo con algo. Como si eso fuera poco, el proceso puede ser manipulado, de modo tal que una persona termina creando una representación ficticia basada en fragmentos de memorias previas.

Memorias falsas. La frase incluso parece un poco contradictoria. Las memorias se basan en algo que vivimos, son fundamentales para la formación de experiencias y habilidades. Esencialmente… son nuestras. Entonces, ¿cómo pueden llegar a ser falsas? Este pequeño ejercicio que compartimos a mediados de 2017 nos enseña qué tan fácil y rápido se introduce una memoria falsa.

En casos más amplios, un ejemplo contundente es el del Efecto Mandela, con hechos que de algún modo se instalaron en la mente del público, y que nunca sucedieron. Un paso enorme para escapar de este caos es entender el funcionamiento de la memoria. El error clásico es interpretar a los recuerdos como datos almacenados en un archivador físico, cuando en realidad son mucho más volátiles e inestables de lo que imaginamos.



De acuerdo con la psicóloga Julia Shaw, quien además es especialista en memorias falsas, la «memoria» no es una estructura física individual, sino que existe como una red distribuida a través del cerebro.

Al momento de repasar una de esas memorias, activamos varias regiones del cerebro a la vez, generando una representación de aquello que has vivido. Cada vez que recordamos, los enlaces de estas redes se vuelven más fuertes, pero eso no garantiza su estabilidad.

La psicóloga cognitiva Elizabeth Loftus explica que nunca se probó del todo el concepto de permanencia en la memoria a largo plazo. En otras palabras, estamos «reconstruyendo» y «reconsolidando» esa memoria con cada llamado, y surge la posibilidad de modificarla.

Se trata de algo completamente natural, pero con repercusiones muy importantes. En primer lugar, la manipulación. Desinformación, noticias falsas, preguntas sugestivas, datos repetitivos, posverdad. La doctora Loftus utiliza directamente el término «contaminación de la memoria».

Shaw realizó un experimento en el cual, a través de una serie de entrevistas, demostró que la imaginación juega un papel vital en la construcción de memorias falsas. A pura repetición, aquello que «pudo» haber sucedido se convierte en algo que «sucedió».

Ahora, los sistemas de justicia dependen de testimonios y análisis psicológicos. Pero si la memoria es tan frágil y maleable, ¿cómo se la puede tener en tan alta consideración?

Para cerrar, dos datos: Más del 70 por ciento de las exoneraciones basadas en estudios de ADN en los Estados Unidos involucran a declaraciones erróneas por parte de testigos, y los expertos creen que hay cierto potencial de intervención terapéutica al entender mejor las falsas memorias, y explorar la posibilidad de modificar malas experiencias con el objetivo de mejorar la calidad de vida del paciente.


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Escrito por Lisandro Pardo

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