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RoboEarth: la internet de los robots

Los robots actuales son programados por seres humanos, y cada vez que uno de ellos necesita modificar su comportamiento, debe ser “atendido” nuevamente por su programador. Pero el proyecto RoboEarth, dotado de un presupuesto de 5,6 millones de euros, propone modificar esta situación creando una suerte de “internet para robots”, en la que los dispositivos puedan buscar y descargar los programas que poseen sus pares, sin recurrir a un humano para que modifique sus habilidades.

Nadie ignora que los robots -al igual que los ordenadores- son programados por humanos. Cada movimiento de cada uno de sus servomotores está dictado por un trozo de código que algún programador escribió específicamente para esa tarea. Este sistema funciona, y ha hecho posible los avances que hoy vemos en esta rama de la automatización. Pero tiene un pequeño problema: cada vez que un robot necesita modificar -aunque sea levemente- su comportamiento, un operador humano debe intervenir para realizar el cambio. Si se trata de una modificación pequeña, es posible que un operario calificado de la planta en el que se encuentra realizando sus repetitivas tareas pueda ingresar un par de códigos en una consola y alterar su funcionamiento. Si el cambio a realizar es más profundo, posiblemente haya que trasladar el robot a las instalaciones del fabricante para que un programador experto realice las modificaciones. Y a medida que el número de robots crece, y su complejidad aumenta, este tipo de situaciones se vuelve cada vez más frecuente.

La solución a este problema podría ser la iniciativa RoboEarth, un proyecto que lidera la holandesa Universidad Técnica de Delft y en el que colaboran la Universidad de Stuttgart, la ETH de Zurich, la Universidad de Zaragoza, la Universidad Técnica de Munich y Tecnologías Aplicadas de Philips. RoboEarth no es otra cosa que una red mundial especialmente diseñada para robots. Algo así como la internet que utilizamos cada día, pero destinada al intercambio de datos entre robots. Poner a punto esta iniciativa requerirá de unos cuatro años, y cuenta con un presupuesto de 5,6 millones de euros.

El objetivo es crear una base de datos donde se almacenen todas las tareas y acciones que los robots del mundo han “aprendido”. De esa manera, si un robot soldador que une piezas de coches en la linea de montaje que General Motors posee en Estados Unidos necesita modificar su programación para -por ejemplo- ser capaz de funcionar como “pintor” en otra parte de la planta, puede conectarse a la red y descargar el programa que posee un “colega” de Japón que fue previamente programado para esa tarea. No es una mala idea, ni parece imposible de implementar. Pero para que funcione será indispensable sentar bases de software y hardware comunes , a las que deberán adherir aquellos fabricantes que quieran producir robots “compatibles” con el sistema. Así como en el mundo de los ordenadores no es posible ejecutar –al menos no directamente– en un PC compatible un  programa que fue escrito para un Mac, tampoco puede un robot industrial aprovechar el programa que se escribió para un autómata como perro robot Aibo de Sony.

El problema de fondo es que no existe algo así como una “memoria colectiva” que los robots puedan aprovechar. La empresa californiana Willow Garage ha dado un interesante paso en este sentido con su plataforma PR2, destinada a los grupos utilizan robots en proyectos de investigación. Un software de código abierto, llamado ROS (Robot Operating System), incorporado en los autómatas “PR2 compatibles” permite intercambiar programas entre ellos. Lo que pretende el proyecto RoboEarth tiene un parecido con esta idea, aunque con un alcance global y destinado a todo tipo de robots. ¿Tendrán éxito? Seguramente si. Así como pasamos de la enorme diversidad de sistemas operativos -por llamarlos de alguna manera- que hacían funcionar las computadoras hogareñas de las décadas de 1970 y 1980 a un par de plataformas estables y capaces de funcionar en los equipos de cualquier fabricante, llegará el día en que todos los robots puedan programarse de la misma forma. Y por supuesto, intercambiarán sus programas a través de la red.

Escrito por Ariel Palazzesi

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