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¿Se puede parar un huracán con jets supersónicos?

Investigadores de la Universidad de Ohio creen que sí. Y están tan confiados de su invención que hasta han presentado una patente, con diagrama incluido. La idea es tan simple como mortífera: Dos jets supersónicos deben introducirse en el ojo de la tormenta y volar en dirección contraria a su eje de rotación, entrando por un lado y saliendo por el otro. Se debe repetir el proceso hasta que el huracán se mitigue o elimine por completo, o hasta que los pilotos mueran miserablemente en el intento.

En 1978, Lois Lane muere. Superman, sabiendo que todo es su culpa, decide que tal final es inaceptable y se propone solucionarlo. ¿Cómo? Viajando al pasado, violando unas cuantas reglas de la física en el transcurso. Superman logró tal hazaña al dar una y otra vuelta alrededor del planeta, a la velocidad de la luz, en dirección contraria a su eje de rotación. La fuerza y velocidad de su vuelo fue tal, que el Hombre de Acero invirtió la rotación del planeta, logrando que el mundo se "rebobine".

La idea de los investigadores de la Universidad de Ohio no implica viajes temporales, pero el principio es parecido y… algo de sentido tiene. Creen que si dos aviones supersónicos se introducen por el lado contrario al eje de rotación del huracán, saliendo por el otro extremo, tomándose turnos y repitiendo el proceso cuantas veces haga falta, es posible que se genere un estruendo supersónico que mitigue o elimine por completo la fuerza del fenómeno. 

Si no fuera porque maniobrar un avión supersónico dentro de un ciclón es algo que consideramos suicida, ¡hasta podría funcionar! Pero la gente de Ohio no cree en imposibles y está confiada en su idea. Tan confiada que hasta la han patentado bajo el nombre Hurricane Supression by Supersonic Boom (Represión de huracanes por estruendo supersónico).

El Profesor Arkadii Leonov, uno de los responsables de la investigación, asegura que “dos cazas F-4 volando aproximadamente a Mach 1.5 (unos 510 metros por segundo) son suficiente (en teoría) para reprimir, mitigar y/o destruir el típico huracán o tifón” Como es lógico, no es tan simple. Los aviones, para comenzar, deben introducirse al ojo del huracán por el lado contrario al eje de rotación, saliendo por el otro, de manera que su giro contrarreste el del huracán al incrementar la presión del aire en el centro de la tormenta. Sucede que allí los huracanes tienen su sustento, una columna llamada depresión tropical que estabiliza la rotación del aire. Si esa depresión se anula, el huracán se convertiría en “solo aire”.

En la patente se asegura que los pilotos podrían cambiar la trayectoria y la velocidad fácilmente, aunque no se explica cómo. Afirman, sí, que “volar en un huracán a velocidades supersónicas es mucho más seguro que hacerlo a velocidades subsónicas.” De eso no quedan dudas, pero tal aseveración no es garantía de nada.

Yendo un poco más lejos. Supongamos que esto funciona, ¿realmente debemos parar un huracán? Es cierto que se podríamos salvar vidas y propiedades, pero los huracanas existen por una razón y las corrientes de aire tienen que ir hacia algún lado. La naturaleza es impredecible y si hay que creerle al Efecto Mariposa, que asegura que "el aleteo de una mariposa en Hong Kong puede desatar una tormenta en Nueva York", piensa lo que "el aleteo de las alas de dos cazas F-4 en Hawái puede desatar en Nueva Zelanda." Ufff.

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