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Escher: ¿Matemático, pintor o ilusionista?

Maurits Cornelis Escher resulta difícil de clasificar. Se han hecho múltiples interpretaciones de sus obras, pero la realidad es que no tenía grandes pretensiones ni mensajes que transmitir, sino que básicamente plasmaba lo que le gustaba. Sus dibujos poseen una naturalidad tal que incluso las construcciones más inverosímiles se nos presentan matemáticamente claras y con un realismo muy evidente. "Lo que hago no es nada especial. No comprendo por qué no lo hace un mayor número de personas. El público no debería sucumbir fascinado ante mis trabajos. A mi juicio, sería mucho más divertido para él, si él mismo hiciese algo por su cuenta", Maurits Cornelis Escher (1898-1972).

Según los estudiosos de la obra de Escher, éste no tenía grandes inspiraciones celestiales ni mensajes trascendentales que transmitir en cada una de sus obras. La simpleza de lo repetitivo y cíclico que se transforma en una espiral improbable e impredecible de resultados es la base de sus trabajos.

Sin necesidad de recurrir a los colores y casi siempre jugando con las luces y sombras que brinda un dibujo monocromático, Escher se fascinaba con plantear situaciones o instancias reiterativas que, tras una sucesión de leves transformaciones (sutiles y progresivas), nos transportan y pasean por mundos diametralmente opuestos. Peces que se transforman en aves, escaleras que nunca suben ni bajan de nivel o manos que se dibujan a sí mismas son algunos de los intentos de confusión que plantea la habilidad del artista.

Habitualmente muy lógico y sencillo de comentar, el trabajo de Escher ha sido analizado por muchas personas que no siempre han sido conocedores técnicos del arte, por lo que las interpretaciones han resultado tan disímiles como variadas. Escher potencia y refleja en sus obras la perspectiva que adquiere de sus estudios de arquitectura, los que no llegó a completar. En sus obras plasma edificios y construcciones imaginarias donde conviven escenarios y paisajes variables según el ángulo de análisis del observador. Waterfall es un claro ejemplo de esta técnica.

Según Wikipedia, sus obras pueden clasificarse básicamente abarcando tres temas principales:

  • La estructura del espacio – incluyendo paisajes, compenetración de mundo y cuerpos matemáticos.
  • La estructura de la superficie – Metamorfosis, ciclos y aproximaciones al infinito.
  • La proyección del espacio tridimensional en el plano – Representación pictórica tradicional, perspectiva y figuras imposibles.

Dejando de lado su inobjetable habilidad para el dibujo y el manejo de las simetrías, si observamos con detenimiento todas y cada una de las obras de este autor, encontramos una reiteración de argumentos que nunca llega a cansar y siempre despierta un enfoque nuevo acerca de lo que quiso plasmar en cada trabajo. Genio para muchos, aburrido y reiterativo para otros, no podemos dejar de valorar la astucia del artista para cautivar a cualquiera que se detenga a observar sus obras, tratando de descifrar el inicio y el final de la historia que desea transmitir con sus grabados. Principio y fin que siempre se conjugan en un mismo punto dentro de la obra.

Sin duda alguna, sus obras más significativas son las denominadas Metamorfosis, con tres versiones que se diferencian muy bien entre sí y son consideradas por sus seguidores como las obras cumbres del “Maestro”. Metamorfosis I (1937) muestra a la izquierda del grabado un caserío pequeño que se convierte mediante patrones geométricos hacia la derecha, culminando en un simpático muñeco con sombrero chino.

Su obra más popular ha sido, sin duda alguna, Metamorfosis II, un grabado en madera realizado en colores negro verde y marrón. Mide 4 metros de largo por 20 centímetros de ancho y en la extensión de toda la obra se reiteran las transformaciones de objetos, pasando por piezas de ajedrez, formas geométricas, pájaros, insectos, dameros, ciudades, peces y toda la magia que Escher sabía imprimir en sus trabajos. Realizada entre 1939 y 1940, se estima que es el mayor logro en su carrera artística, carrera que no deseaba ni perseguía, sino que era talento crudo y puro que dejaba fluir a través de sus habilidades manuales y su peculiar estilo de ver y hacer ver las cosas que su mente imaginaba.

Metamorfosis III es más de lo mismo, cambiando los elementos que integran el trabajo y ampliando un poco el tamaño final, pero siempre reiterando el círculo infinito que Escher trataba de imprimir en cada una de sus realizaciones. Esta obra no fue tan reconocida como las anteriores y se la referencia en muy pocos lugares.

Escher fallece en Holanda el 27 de Marzo de 1972 y todo lleva a preguntarnos, ¿qué pretendía ser y hacer este autor? ¿Cuál era su búsqueda? ¿Qué mensajes intentaba comunicar a través de sus grabados? ¿Qué frustraciones o éxitos lo llevaron a pensar que todo es un lazo cerrado, que todo vuelve a empezar, que nada termina sino que siempre estamos en movimiento en un mismo escenario y que la vida es una sucesión de transformaciones que nos remiten siempre al mismo punto de partida? ¿La vida es eso según Escher? ¿Siempre es un volver a empezar? ¿Tú que opinas?

Postedición
Agradecemos la gentileza del lector pikilon en acercarnos el siguiente video donde claramente se manifiesta en una representación escénica la recurrencia del acto cíclico y reiterativo que Escher volcaba en cada uno de sus trabajos. Gracias pikilon.

Escrito por Mario

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