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The Dungeons of Doom: Un juego portable hecho en casa

Como fanático de la electrónica, siempre he soñado con hacer algo como esto: un videojuego portátil, completamente hecho “en casa”. Y lo mejor de todo es que su autor sólo gasto un puñado de euros para construirlo.

Por supuesto, el resultado no es precisamente una PS3, pero es una máquina de videojuegos completamente portable, del tamaño de un teléfono móvil. No está nada mal, considerando que ha sido diseñada y construida por un aficionado.

Los que siguen de cerca nuestros artículos sobre electrónica y microcontroladores están muy al tanto del potencial de estos pequeños y económicos chips. En una pequeña capsula plástica se esconde un ordenador completo, aunque con una potencia menor al que tienes sobre tu escritorio.

Sin embargo, y como lo ha demostrado este aficionado, es posible hacer grandes cosas con ellos. Dentro de una pequeña lata de dulces, y utilizando una placa de circuito impreso para prototipos, ha montado un microcontrolador Atmel ATMega32 y un puñado de componentes adicionales. El resultado es una “consola de videojuegos” que tiene una entrada para conectar un joystick y una salida de video para poder unir el invento a un televisor.

Gráficamente el juego no es demasiado impresionante, pero es jugable, divertido y adictivo. Inspirado en un clásico de los 1980 llamado “Rogue”, la versión escrita por este verdadero genio de los chips ha sido bautizado “The Dungeons of Doom”, algo así como “Las mazmorras de los condenados”. La resolución de la “tarjeta de video” implementada en esta mini consola es de sólo 25×17 caracteres de 4×5 pixeles cada uno.

No hay que engañarse por la aparente simplicidad que se ve en la placa de circuito impreso o las pantallas del juego: la verdadera complejidad esta dentro del microcontrolador, y es el programa que nuestro amigo ha escrito desde cero. Seguramente ha pasado varias noches en vela intentando hacer que el programa quepa en la poca memoria que dispone este chip.

Es casi seguro que no va a hacerse millonario con su invento, ni va a vender a nadie su consola. El verdadero premio pasa por otro lado: la satisfacción de poder jugar una partida al videojuego que uno mismo construyó.

En el link que está más abajo podrás conocer a fondo las características del aparato, y un detalle de lo gastado por el autor, que no llega a los 20 euros.

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Escrito por Ariel Palazzesi

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