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Phoenix: Un exoesqueleto para volver a caminar

Lo he repetido en varias ocasiones, y lo volveré a decir: La misión principal de un exoesqueleto debe ser la eliminación de la silla de ruedas. Los entornos militares e industriales ya tienen sus propias soluciones, y es hora de que los beneficios lleguen al público en general. Eso nos lleva al Phoenix, un nuevo exoesqueleto de apenas 12.2 kilogramos, con un diseño modular, y fácil de adaptar según las necesidades específicas del usuario.

Independientemente de los avances que se han logrado en materia de inclusión e infraestructura para personas en silla de ruedas, lo que en verdad nos gustaría ver es un método que le permita a cada individuo abandonarla y restaurar lo mejor posible su capacidad de desplazamiento. Aproximadamente un año atrás observamos de cerca al proyecto E-Dura, que promete reparar el daño en la columna vertebral utilizando implantes flexibles sin provocar rechazo. Pero esta clase de iniciativas aún se encuentran en etapas muy tempranas de desarrollo, y probablemente necesiten décadas de investigación y fondos adicionales. Una opción mucho más cercana en el calendario es la del exoesqueleto. Entre los varios proyectos existentes encontramos a Phoenix, a cargo de la Universidad de California en Berkeley.

Phoenix
La imagen que queremos ver: Una silla de ruedas, rendida ante el avance de exoesqueletos como el Phoenix

Este exoesqueleto restaura el movimiento en las caderas y las rodillas del usuario gracias a una serie de motores compactos y un sistema electrónico para el control de la tensión. El usuario puede controlar el movimiento de cada pierna, y lograr una velocidad máxima de 1.7 kilómetros por hora. La autonomía del exoesqueleto asciende a unas nada despreciables ocho horas, con un pack de baterías que debe ser llevado en una mochila. Su peso total es de 12.2 kilogramos, lo que hace al Phoenix uno de los exoesqueletos más livianos en el mercado. Como si eso fuera poco, su diseño es modular, y se adapta a parámetros críticos como altura, peso, y el tamaño de cada pierna.

Con un precio final de 40 mil dólares, sus creadores reconocen que el Phoenix no es accesible. De hecho, esos 40 mil dólares lo colocan muy por arriba de lo que cuesta una silla de ruedas motorizada. Sin embargo, los precios de otros trajes competidores son aún más elevados (además de pesar el doble), y no debemos olvidar el detalle de que una silla de ruedas puede causar lesiones secundarias. Con el paso del tiempo, los costos deberían bajar, y no solamente beneficiarán al Phoenix.

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Escrito por Lisandro Pardo

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